Las hermandades atesoran un rico patrimonio espiritual y material Los hermanos y cofrades deben conocer la historia de su hermandad, así como su patrimonio, material y espiritual. En este sentido, las hermandades fomentarán entre sus hermanos acciones de formación que hagan posible este conocimiento tan necesario.El hermano que conoce la historia de su hermandad y su patrimonio humano, artístico y espiritual, es una persona formada, al servicio desinteresado de la misma.Los objetos y las formas, tan ricas en nuestras Estaciones de Penitencia, alcanza su pleno sentido cuando se ponen al servicio de la evangelización, constituyéndose en instrumentos para interpelar a quienes, creyentes o no, las contemplan.Las procesiones, cuando se hace con devoción, buenas obras y oración deben de ser una llamada de fe, para los que nos observan.Sin embargo, la mayor riqueza de una hermandad la constituyen sus hermanos. La seriedad con el compromiso cofrade será el primer rasgo que los defina, que debe traducirse en una sana convivencia entre los hermanos, sin buscar protagonismo personal alguno. En la medida de sus posibilidades, debe de colaborar en las múltiples tareas que la vida ordinaria de la hermandad demanda, como signo de participación y comunión con el resto de sus hermanos, con buena disposición de ánimo, y procurando en sus acciones guiarse siempre por la caridad fraterna, poniendo siempre el servicio a la hermandad por encima de sus preferencias personales.No debemos olvidar que los hermanos pasan, pero la institución permanece.