
REFLEXIÓN DE NUESTRO CONSEJERO ESPIRITUAL RVDO. D. ÁNGEL LUIS MIRALLES SENDÍN
Cuando Marta, hermana de Lázaro de Betania, se lamenta ante el Señor porque su hermana no le ayuda en el servicio de la casa, Jesús le responde: «Tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. Pero una sola cosa es necesaria: María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada» (Lc 10, 41-42). Cristo no invita a Marta a desentenderse de sus ocupaciones. De lo contrario, ¿cómo habrían podido comer y recuperar las fuerzas él mismo y los apóstoles? El Maestro quiere que Marta, mientras ejerce de anfitriona, no se olvide de «la mejor parte», de lo único que es «necesario»: dar gloria a Dios y servir a los demás a través de su trabajo bien hecho.
SEGURAMENTE en más de una ocasión nos hayamos encontrado como Marta. Durante un periodo de tiempo –breve o largo–, podemos tener la impresión de que no llegamos a todo lo que nos proponemos. Posiblemente tengamos una familia a la que cuidar, obligaciones laborales y más de un imprevisto que inevitablemente se presenta cada jornada y que requiere de un tiempo extra y una atención particular: alguna enfermedad nuestra o de una persona cercana, una llamada o reunión de última hora, un trabajo que se alarga, un desperfecto en la casa, tener que hablar más extensamente con un amigo o compañero, etc. Deseamos entonces que ese periodo de cierto estrés desaparezca cuanto antes y añoramos, con toda razón, que llegue finalmente algo de tranquilidad y de paz.
La reacción de Marta nos puede dar una pista sobre cómo acoger esos momentos cuando se presentan: acudir a Jesús y desahogarnos con él. «Descargad sobre él todas vuestras preocupaciones –escribe san Pedro–, porque él cuida de vosotros» (1Pd 5,7). Al mismo tiempo, la invitación del Señor a centrarse en lo «necesario» también nos puede ayudar a descubrir el sentido de esas ocupaciones que quizá pueden quitarnos la paz. No son solo imprevistos o tareas, sino caminos por los que nos hacemos santos y contribuimos al bien de las personas que nos rodean.
Esta actitud explica «por qué aparecen llenos de paz los santos, aun en medio del dolor, de la deshonra, de la pobreza, de las persecuciones