El próximo mes se cumplirán 80 años desde que ella quiso asentarse en Madrid para hacer lo que mejor sabe, que no es otra cosa que repartir esperanza. Nosotros los «macarenos» lo teníamos claro, Ella nuestra madre del cielo es «Madre de la esperanza«. Ahora el Santo Padre, el papa Francisco, a través del cardenal Robert Sarah prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos: anunció el pasado 20 de junio festividad del Inmaculado corazón de María, que entre las letanías lauretanas que se recitan después de los misterios del Santo Rosario, se incluyan tres nuevas invocaciones a María Santísima. Estas nuevas invocaciones son «Madre de la Misericordia», «Madre de la esperanza» y «Consuelo para los migrantes». De alguna forma o de otra a todos bien en propias carnes o bien hemos tenido a alguien muy cercano y nos ha tocado sufrir esta terrible pandemia. Estas nuevas letanías nos tienen que servir de bálsamo ante esta y otras muchas circunstancias.
Ella la Santísima Virgen es la madre del que es misericordioso, es la madre del que todo lo puede, es la madre de nuestro Gran Poder.
Ella como hoy muchos hombres y mujeres del mundo dejó su Nazaret natal para viajar hasta Belén con su esposo san José. Al poco y ya junto con el Hijo de Dios toda la «Sagrada familia» fueron migrantes a un país completamente distinto al suyo y a las costumbres sociales y religiosas a las cuales estaban acostumbrados en el Israel de su época.
Por último, aunque no en el orden que se ha establecido de posición en las letanías, está la que a todos nosotros nos mueve, pues Ella es el motor de nuestra vida, a la que acudimos para que interceda por nosotros y la que seguro más de uno de nosotros guarda el cabecero de nuestra cama o si alguno ha estado hospitalizado en estos días ha estado junto a esa cama de hospital. Ella no es más ni menos que nuestra «Madre de la Esperanza».
Que estas nuevas letanías nos hagan rezar con mayor fervor los misterios de la vida de nuestro Señor, el cual estuvo siempre acompañado por la Virgen; que Ella, la que nos acompaña en nuestro día a día, junto con su Hijo que todo lo puede nos guarde en esta vida hasta llegar a la misma «puerta del cielo» donde se dará cumplimiento de nuestra verdadera esperanza.
Un fraternal saludo, MAT (seminarista)