El patrimonio material de las hermandades: custodiar una herencia
Los hermanos deben conocer y difundir las reglas de su hermandad, pues en ellas se regulan aspectos esenciales de la misma, de gran importancia para el adecuado desarrollo de la vida corporativa. No sin razón, el hermano que se incorpora a una hermandad recibe junto con su medalla, un ejemplar de las referidas reglas.
Pero vivir en hermandad va más allá del mero cumplimiento formal de unas normas. La hermandad está hecha de las vivencias, sentimientos y emociones de cada uno de sus hermanos, y también de mucha fe y devoción. Es una manera de entender y hacer posible un camino que es siempre de conversión, y que no puede recorrerse solo.
A través de las Sagradas Imágenes de los Titulares, se establece el misterioso diálogo entre la persona y Dios. Un diálogo íntimo que lo es todo, y que los hermanos deben procurar fomentar. Para ello deberán cuidarse en todo momento las indumentarias con que se exponen las Imágenes a la contemplación de los fieles y devotos, así como sus altares, capillas y ornamentos. Ese diálogo íntimo y personal se preservará especialmente durante la estación de penitencia, en la cual los hermanos nazarenos participarán cubiertos por el antifaz, así como los costaleros lo hacen cubiertos por los faldones de los pasos, guardando todos el debido silencio.