Culto público y fraternidad
Entre los fines propios de las hermandades y cofradías, encuentra un lugar principal la promoción del culto público, tanto interno, con la celebración periódica de la Santa Misa, así como otros ejercicios piadosos propios, como Triduos, Quinarios, Novenas, etc., en honor de los Sagrados Titulares a los cuales la hermandad o cofradía rinde el culto, como externos, siendo el principal de todos ellos, la Estación de Penitencia, o procesión con la imagen o imágenes devocionales en el día señalado para ello por las reglas o estatutos de la hermandad o cofradía.
El culto público debe ser siempre el fruto externo de una profunda vida interior a la cual todos y cada uno de los hermanos que integran la hermandad o cofradía debe aspirar, aún con nuestras imperfecciones, limitaciones y debilidades humanas, para tratar de hacer realidad el mensaje evangélico que nos anima a amarnos los unos a los otros. Cuanto más perfecto sea el desempeño de la caridad entre los hermanos, más rica será la vida de la hermandad, y mayor fruto espiritual producirá.
Debemos ser conscientes de que la mayor parte de las personas que ven nuestra Estación de Penitencia en la calle, apenas tienen otra experiencia religiosa y otro contacto con la Iglesia que el contemplar nuestros pasos. Esto aumenta nuestra responsabilidad.
Por eso, al cofrade de hoy, se le pide coherencia entre fe y vida, entre actos externos y espiritualidad interior. Esta es la fuerza que mantiene viva la historia cofrade.