Supongo que todos los que en la tarde del esperado Jueves Santo estuvimos en la Real Colegiata y Basílica de San Isidro, de Madrid, seguimos emocionados por las vivencias compartidas. Los solemnísimos Oficios celebrados; la plena aceptación de la decisión, adoptada por responsabilidad, de suspender la soñada salida procesional, debido a la situación climatológica; las sentidas saetas; el emocionante y piadoso rezo del Viacrucis; la oración conjunta ante el Monumento al Santísimo; la paternal visita de nuestro cardenal arzobispo; la interpretación de la música procesional y el emotivo ambiente creado, fue realmente maravilloso. Y como colofón, el posterior traslado por los hermanos costaleros de los pasos procesionales a las capillas fue sumamente emotivo para todos los presentes. Tenemos que dar gracias a Dios por habernos permitido vivir una tarde muy edificante, tanto en lo espiritual, como en el aspecto humano. Una estación de penitencia, sentida dentro del templo y en nuestros corazones, como expresión y testimonio de fe, compartido con cuantos llenaban absolutamente todos los espacios de nuestra sede canónica. Fue un Jueves Santo de profundo amor fraterno y unidos en solidaridad con la Hermandad de Jesús el Pobre y con las restantes cofradías que tampoco pudieron salir. Mi especial gratitud a D. Ángel, nuestro querido Consejero Espiritual, a los sacerdotes y a todos los colaboradores de la parroquia, por su apoyo y disposición, junto con mi emocionado agradecimiento a la junta de gobiernos, delegados y restantes hermanos, por el apoyo, comprensión y ejemplar comportamiento demostrado. Demos juntos gracias a nuestros Sagrados Titulares por tan inolvidables momentos vividos y sigamos con ilusión nuestra labor cofrade y evangelizadora, recordando las estimulantes y confortadoras palabras que nos dedicaron el Cardenal Osoro y D. Ángel L. Miralles.
Gracias hermanos por vuestro testimonio y eficaz colaboración, junto con mi más calurosa enhorabuena a todos. Que el Señor del Gran Poder y nuestra Bendita Madre de la Esperanza Macarena nos permitan seguir caminando en hermandad y desarrollar nuestra misión a Su mayor gloria.
Un fraternal y fuerte abrazo para todos.
Luis R. García – Hermano Mayor