El Santo Padre Francisco presentó el pasado 18 de octubre de 2016, fiesta de San Lucas Evangelista, el Mensaje para la Cuaresma de 2017, con el título “La Palabra es un don. El otro es un don”.

El Mensaje comienza explicando que la Cuaresma significa siempre un nuevo comienzo, un viaje que nos lleva siempre a un destino seguro, la victoria de Cristo sobre la muerte. En este tiempo, recibimos una fuerte llamada a la conversión, que se traduce en un acrecimiento personal de la amistad con el Señor.

La Cuaresma es presentada por el Santo Padre como un tiempo propicio para intensificar la vida espiritual a través del ayuno, la oración y la limosna y propone la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro como guía de nuestro comportamiento para poder alcanzar la verdadera felicidad y la vida eterna.

En la parábola, sigue explicando el Papa Francisco, Lázaro nos enseña que el otro es un don. El pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a la conversión y a un cambio de vida. Debemos abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. “La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo”.

El rico, en cambio, se nos muestra como una persona vacía. Su vida está prisionera de la dimensión más superficial y efímera de la existencia. Es un personaje que se deja llevar por la codicia, la vanidad y la soberbia. Es incapaz de reconocer en Lázaro al prójimo necesitado.

Todo cambia cuando ambos personajes mueren. La parte principal de la parábola se desarrolla en el más allá. Los dos personajes descubren que sin nada vinieron al mundo y sin nada se marchan de él. El rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los tormentos de la otra vida, y quiere que sea el pobre quien le alivie el sufrimiento con un poco de agua. Los gestos que el rico pide a Lázaro son semejantes a los que él hubiera tenido que hacer en vida y que nunca hizo. Abraham le recuerda que en el más allá se restablece una cierta equidad y los males de la vida se equilibran con los bienes.

El final de la parábola descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. “La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano”.

El Mensaje termina con una invitación a renovarnos, durante este tiempo de Cuaresma, en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo, para de esta manera “realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados”.